Emulando a Frank de la jungla

Hola chicos, hoy el plan con niños que os traemos es de lo más peculiar, chorra y divertido. Seguro que casi todos habéis visto en alguna ocasión el programa de televisión “Frank de la jungla”. Por si alguno no lo ha visto nunca, es un programa de cuatro, en el que Fran Cuesta se pone delante de la cámara y nos enseña todos los bichos que se va encontrando, los atrapa y luego nos cuenta un poco sobre el bicho en cuestión. También suele probar algunos alimentos repugnantes que se suele encontrar.

Dicho todo esto, tengo que decir que a los peques les gusta un montón. No es que lo vean mucho, pero como a su madre le gusta bastante, en ocasiones lo ven con ella. Lo que menos me gusta del programa es el vocabulario que utiliza, sobre todo, para el horario en el que lo emiten.

El programita en cuestión, no sabéis  cuanto mal nos está haciendo a nosotros, los padres. Y digo esto, porque desde que los niños ven Frank de la Jungla, se pasan todo el programa diciéndote –papa,  tú te atreverías hacer lo mismo- y yo, como cualquiera de vosotros, digo que no, a lo que ellos se te quedan mirando con una carita de… “pues vaya blandengue mi padre”.

Con todo esto, nosotros para no ser menos y porque se pasaban el día diciéndonos que teníamos que hacer un Asturianinos en la Jungla (ya sabréis que una de las cosas que más les gusta a nuestros hijos es todo lo relacionado con las aventuras y el explorar sitios nuevos), decidimos acceder a su propuesta e hicimos un Asturianinos en la Jungla (aunque yo lo llamaría mejor un Asturianinos entre arbustos, jeje…).

Bueno, lo primero, os diré que tuvimos que dejarle ir vestidos como Frank, es decir, chanclas con calcetines y gorra para atrás (para ellos era súper importante ir con esas pintas para la supervivencia).

Dicho esto nos pusimos en marcha y escogimos una montaña que fuese un poco alta, ya que nos parecía que así podríamos tener más suerte a la hora de encontrar bichos. Se armaron con un palo y un tirachinas para  la “defensa”, había que estar preparados por si se daba la casualidad que nos atacase algún bicho grande y peligroso (se pensaban que debajo de una piedra nos íbamos a encontrar un cocodrilo, bendita inocencia).

¡¡¡Anda que no levantamos piedras ni na!!! Y para no encontrar nada, bueno si, hormigas, babosas, arañas y poco más.

Deciros que a los niños les encantó la experiencia, lo pasaron pipa. Te partías de risa, ya que les dejamos llevar a ellos el paso de la excursión y se iban metiendo por donde querían. De repente veías que se paraban y se callaban, -silencio, ahí se mueve algo-, nos decían que no nos moviéramos y se acercaban lentamente a algún seto con la esperanza de encontrarse con algo. Al final, salía volando algún pajarito y ya está.

Como anécdota os diré, que les di a comer moras que nos íbamos encontrando por el camino y Gemma se enfadaba y nos decía –cuidado con lo que les das, ¿tú sabes lo que coges?- Cuantas veces habremos ido nosotros a coger moras, en definitiva, deberíamos salir más de las ciudades.

Bueno ya acabo. Mi recomendación es que lo probéis, los niños lo pasaron genial. A parte de bichitos comunes, también vimos ardillas, salamandras, bambis, asturcones, aguiluchos y alguna cosilla más, pero creo que aunque no hubiésemos visto nada, a los niños eso de meterse en el bosque y explorar era lo que más les gustó, son así muy conformistas y para que veáis, al acabar la excursión, les pregunte como siempre, que era lo que más les había gustado. Y va el peque y nos dice que lo que más le gusto, fue que tuviésemos que parar el coche en medio de un camino unos cinco minutos y esperar a que una vaca se moviera del medio de la carretera y nos dejara pasar (la muy cabrita no quería apartarse).

Genial para los peques, actividad muy recomendable. Un saludo de Asturianinos.